El jardín de vidrio de Tatiana Tibuleac
Mi corazón está hecho añicos, mamá. Mi sangre es agua, papá. Huérfana una vez, huérfana toda la vida, eso es lo que no sabíais vosotros. |
El jardín de vidrio de Tatiana Tibuleac
Mi corazón está hecho añicos, mamá. Mi sangre es agua, papá. Huérfana una vez, huérfana toda la vida, eso es lo que no sabíais vosotros. |
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Si hubieran existido mercadillos de personas, mi madre y mi padre me habrían cambiado por un pulverizador o, simplemente, me habrían abandonado debajo de un tenderete y habrían salido corriendo.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
La imposibilidad de morir cuando tenía la necesidad de hacerlo fue la injusticia más grande que se ha cometido conmigo, y conmigo se han cometido muchas injusticias
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Tatiana Tibuleac
El campo de girasoles había perdido los pétalos y ahora parecía un rostro destrozado por el acné
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Los ojos de mi madre eran mis historias no contadas
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Hablaba sin cesar, como un transistor —probablemente una costumbre de la gente mayor que está sola, o tal vez de los ciegos, que necesitan siquiera una voz a su lado—.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
(…) no escribas, Aleksy, por favor. Es posible olvidar los colores, las palabras, no.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
(…) una decisión estúpida es producto de otra decisión estúpida. Una chaqueta fea y barata atrae más ropa fea y barata. Un sopapo perdonado acarreará un puñetazo y una mentira admitida se transformará en un cementerio de verdades.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Ni amado, ni deseado, ni desechable, una especie de lámpara en forma de tulipán en casa de unos ciegos. Un frasco de perfume vacío. Un jarrón de cristal con palomas en la mesa de una muerta. Si hubieran existido mercadillos de personas, mi madre y mi padre me habrían cambiado por un pulverizador o, simplemente, me habrían abandonado debajo de un tenderete y habrían salido corriendo.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Yo formaba parte, sin duda, de los objetos, no de la gente de aquel mercado. También yo, al igual que ellos, he estado siempre de más, no he sido nunca necesario, el triste resultado de un regateo momentáneo y el borrador amarillento del que sería, algún día, el Hijo.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Entiendo, sin embargo, que no puedo, que es imposible seguir sin ella. Sé que, si intentara olvidar las letras que forman su nombre, su olor y su color, mi vida parecería una chaqueta devorada por las polillas.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Y mi verano habría transcurrido bello pero implacable como una mantis, dejando a su paso un rastro de miguitas de felicidad y llevándose, a cambio, una vida casi sin usar.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Y aquellas flores amarillas que crecían junto al sembrado de maíz curaban todas las enfermedades del mundo (...)
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Me habría gustado meterle aquel amor por los ojos a puñetazos y decirle que se lo guardara para el otro mundo, en el que, si tenía suerte, conseguiría engatusar a alguien y convencerle de que era capaz de amar. Me habría gustado arrancarle en aquel segundo, con unas tenazas al rojo vivo, todos los cuentos no contados, todas las nanas no cantadas, todas las caricias en el pelo que me correspondían, pero que ella me había escamoteado como una roñosa.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Aquel año me autodestruí mucho más que el resto de los años y, sin embargo, nunca estuve más lleno de vida. Mi madre parecía una planta de interior sacada al balcón. Yo parecía un criminal lobotomizado. Éramos, por fin, una familia.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Los ojos de mi madre eran campos de tallos rotos.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Los recuerdos bonitos, en cambio, aunque pocos y pálidos, ocupan mucho más espacio que todos los ficheros de pus juntos, porque una sola imagen bella contiene vivencias, olores y recuerdos que duran días enteros. Estos recuerdos son mi parte más valiosa, la perla deslumbrante nacida de una ostra hueca. El brote verde de la carroña humana que soy.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Me encontraba en un festín del diablo y yo presidía la mesa.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Se rio largo rato, con ternura, como yo descubriría años después que se ríen las madres con los chistes estúpidos de sus hijos inútiles, pero amados.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Envidiaba su capacidad para ignorar las cosas evidentes.
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Son considerados los padres de la filosofía occidental: