El mal hijo de Salvador S. Molina
A mí lo de rezar nunca me ha hecho sentir muy cómodo porque me da la sensación de que si Dios de verdad me está escuchando, no sé por qué demonios se va a parar a hacerle caso a alguien como yo.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
A mí lo de rezar nunca me ha hecho sentir muy cómodo porque me da la sensación de que si Dios de verdad me está escuchando, no sé por qué demonios se va a parar a hacerle caso a alguien como yo.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
A mí, los cumpleaños me revientan. Me ponen triste. No sabría explicar muy bien por qué, pero siempre tengo la sensación de que se pierde más que se gana.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
Uno tiene que encontrar algo con que matar el tiempo, y en casa de mi abuela había mucho tiempo que matar y poco con lo que hacerlo.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
Yo no tengo ni idea de cantar. Pero esa tarde canté. Me salió de ahí. Del alma. Le canté a mi padre una canción de la que apenas me acordaba, pero que me vino a la mente […].
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El mal hijo de Salvador S. Molina
En un futuro alguien encontrará ese álbum. Lo abrirá y descubrirá a una familia. De mí no habrá nada.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
Mi abuela me demostró que era una mujer inteligente, porque hizo como que no había oído nada de lo que se había dicho.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
[…] yo siempre he sido callado, de escuchar más que de hablar, de observar […].
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El mal hijo de Salvador S. Molina
Las mujeres no deberían ser calvas. Un hombre puede suplir el pelo de arriba con la barba. Pero una mujer sin pelo es algo tan triste que dan ganas de llorar.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
Me gusta pensar que fui concebido en alguna playa de Almería. Que soy un niño de sal. De arena. Un niño del agua.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
He visto monstruos en todas partes, escondidos bajo la carne y el luto, tras las ventanas cerradas y el calor de la casa. La tristeza, eso.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
Qué cosas. Con once años uno va corriendo a todos sitios. Vete a saber por qué.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
[…] a lo mejor eso de la felicidad era cosa de la sangre, que se transmitía de padre a hijos, que era una herencia.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
[…] me asustó descubrirlo, porque me pareció ver de pronto todas las cosas horribles que hay en el mundo y que, hasta ese momento, por yo qué sé qué, no había visto.
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El mal hijo de Salvador S. Molina
Siempre había pensado en mi abuela como una mujer feliz. De hecho, nunca había caído en la cuenta de que alguien podía no serlo.
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Los nombres de personajes en un libro aparecen: