El último día de la vida anterior de Andrés Barba
Del mismo modo que el perdón es un gesto más soberano que el castigo, a veces le parece que en ella la honestidad esconde un vicio más censurable que la codicia.
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/¿Cómo sería un Knausgård latinoamericano? Andrés Barba y Margarita García Robayo, que comparten país de exilio, reflexionan sobre idea de narrar la vida desde la extranjería y exploran las diferentes interpretaciones de la lectura de un texto dependiendo de si esta se realiza desde Latinoamérica o desde Europa. Conversan también sobre las diferencias culturales del humor, el desarraigo, sobre el limbo en el que te puede situar ser extranjero y, en general, sobre cómo convertir todo esto en materia para la producción literaria. Escucha todos los episodios de nuestro podcast Tema libre: https://youtube.com/playlist?list=PLflI9w4ssI2piK6v8MoAb_1GMXM7M76pC
El último día de la vida anterior de Andrés Barba
Del mismo modo que el perdón es un gesto más soberano que el castigo, a veces le parece que en ella la honestidad esconde un vicio más censurable que la codicia.
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El último día de la vida anterior de Andrés Barba
Donde para la mayoría de la gente no hay más que cemento o ladrillo, para ella hay cuerpos, caracteres, una carne íntima y moldeable. Y sin embargo, a diferencia de las casas, las personas que viven en ellas le parecen casi siempre irreales, sus sentimientos y rostros, inaccesibles. Tal vez, ha llegado a pensar, las casas son solo un pretexto, un puente para tocar aquello que no puede tocar en las personas.
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El último día de la vida anterior de Andrés Barba
Solo los vivos tienen la posibilidad de ser incoherentes, piensa ella, la muerte condena a la incoherencia.
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Vida de Guastavino y Guastavino de Andrés Barba
Leído en nota que antecede a la novela: ...toda biografía es inevitablemente una ficción. Puede que este libro sea solo una mentira con respecto a la vida real de Rafael Guastavino (si es que existe tal cosa). Me gustaría, en cualquier caso, que esa mentira mereciera ser verdad. |
El último día de la vida anterior de Andrés Barba
No siente amor ni desamor. No siente nada. Es como si hubiese disparado al aire sin mirar y un segundo después hubiese visto un cóndor a sus pies. Luego, cuando se sostienen la mirada, les cubre una ola. Piensa que los hombres como él se pasan la vida huyendo de esas situaciones, por eso siempre las afrontan mal, y que las mujeres como ella se pasan la vida esperándolas, por eso siempre tienen la sensación de que ya han sucedido.
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El último día de la vida anterior de Andrés Barba
Piensa que tal vez algunos de esos juegos o restos de juegos están ahora en la formulación de cada uno de esos gestos que el niño repite, como la piedra diminuta está contenida en la cordillera de la que fue parte, o la frase condensada de un verso, en el magma de todas las posibilidades de la lengua y los sentimientos que puede enunciar.
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El último día de la vida anterior de Andrés Barba
Pero, ¿qué es una convicción? No es más que un pensamiento que se detiene.
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República luminosa de Andrés Barba
Pensé que estábamos en peligro. Todos los que estábamos allí, en peligro. El propio Pablo Flores tenía algo de histérico, con aquellos ojos enrojecidos de desesperación y seguramente de falta de sueño después de tres días de búsqueda infructuosa. No hay nada más peligroso que la locura de los hombres naturalmente cuerdos. A diferencia de lo que ocurre con los violentos, en los cuerdos tiene un carácter desamparado y radical.
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Vida de Guastavino y Guastavino de Andrés Barba
No sabemos nada y la historia es mentira y el amor no existe, pero a veces basta el miedo, el miedo como el hilo dorado de una fábula, para recuperar todas las habilidades perdidas; la verdad, la ciencia, el amor. Por cada gesto bajo sospecha, el miedo engendra una constelación de ciudades posibles. Dadle miedo a alguien capaz de construirlas y tendréis el mundo.
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República luminosa de Andrés Barba
Resulta curioso cómo la brutalidad de ciertas palabras puede aguardarnos durante años para reencontrarse con nosotros, tan intacta como cuando las pronunciamos. Incluso ahora, casi veinte años después, esas palabras parecen unos monjes que me hubiesen estado esperando pacientemente en el interior de su monasterio para abochornarme. El talión de la memoria.
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Gregorio Samsa es un ...