Quien espere reconocer en este mundo a los demonios por sus cuernos y a los bufones por sus cascabeles siempre acabará siendo su víctima o juguete.
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Quien espere reconocer en este mundo a los demonios por sus cuernos y a los bufones por sus cascabeles siempre acabará siendo su víctima o juguete.
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Todas nuestras preocupaciones, obsesiones, disgustos, miedos, afanes, etc., se dedican, la mayor parte de las veces, a la opinión ajena...
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En la vida sucede como en el ajedrez: nosotros trazamos un plan y, sin embargo, en la partida, ese plan dependerá de los movimientos que lleve a cabo el otro jugador; en la vida depende de los del destino.
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Erigir a alguien un monumento en vida significa que uno no tiene fe en lo que la posteridad pueda decir de él.
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Muchos viejos se parecen ya a los muertos; son torpes, lentos, pesados y pálidos como el plomo» (Shakespeare, «Romeo y Julieta»).
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[…] los cuarenta primeros años de la vida proporcionan el texto, y los treintas siguientes el comentario […].
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Es necesario haber envejecido, es decir, haber vivido mucho tiempo, para caer en la cuenta de lo corta que es la vida.
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No hay dinero mejor empleado que aquel que nos han estafado, pues a cambio de él obtenemos inmediatamente la prudencia.
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[…] la prudencia nos exige que entre nuestro pensamiento y nuestro hablar ha de darse un amplio abismo.
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Al hombre situado a gran altura intelectual la soledad le ofrece una doble ventaja: por un lado, estar consigo mismo; por otro, la de no estar con los demás.
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Son considerados los padres de la filosofía occidental: