Las cosas que más nos impresionan, con frecuencia, son aquellas sobre las que no albergamos expectativas
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Las cosas que más nos impresionan, con frecuencia, son aquellas sobre las que no albergamos expectativas
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A veces sentimos que la vida duele demasiado, que no vale la pena seguir dando vueltas para recomponer en el pecho pálpitos viejos y casi olvidados.
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Cuando deambulamos algo perdidos, a veces acudimos al refugio de lo inamovible, de lo seguro, y nos adentramos en nuestros recuerdos.
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“Quien no quiera quemarse, que no transite por el camino del fuego”
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Cuando deambulamos algo perdidos, a veces acudimos al refugio de lo inamovible, de lo seguro, y nos adentramos en nuestros recuerdos.
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[...] Porque nunca es un único grito el que nos tumba, y nunca es un único miedo el que nos deshoja por completo. Cuando la derrota silba en el aire con siniestra cadencia, sabemos que hemos sido vencidos. No es la hoguera la que arde, sino el tortuoso camino hacia el fuego el que lo arrasa todo. Porque los que se doblegan, los que caminan en permanente derrota, a veces reúnen dentro un valor desesperado y alzan el rostro, intentando cambiar el personaje de sainete en que se han convertido.
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Él solo la necesitaba, por mucho que hubiese pretendido mostrarle sentimientos desinteresados y románticos. ¿O acaso te hace sufrir deliberadamente quien te ama?
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No es la hoguera la que arde, sino el tortuoso camino hacia el fuego el que lo arrasa todo.
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Jules, que se había acostumbrado a subsistir con lo mínimo, pensaba que los que más hablaban de honor y dignidad eran, con frecuencia, aquellos que nunca habían tenido que luchar para comer y, en definitiva, sobrevivir. ¿Qué tenía de malo que un hombre aspirase a mejorar su fortuna en la vida?
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¿Por qué tendrían aquella sensación de puzle mal encajado, de suspicacia?
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10 negritos