Esta historia empieza fuerte. Un padre y su hijo encuentran a una niña sola mientras vuelven a casa y deciden llevarla con ellos. En principio con la intención de ayudarla y devolverla luego a sus padres pero, entre unas cosas y otras, pasan los días y no lo hacen, hasta que es demasiado tarde y se la quedan. En ese tiempo vamos conociendo a la pequeña y la historia de esta familia que la ha 'acogido', porque no es exactamente un secuestro. Y lo que en un principio parece la convivencia de una familia como cualquier otra poco a poco va mostrando pequeños detalles que la hacen peculiar y diferente. La relación entre cada miembro, su historia, la forma en la que han llegado a estar juntos... Nada es lo que parece y te encuentras dudando durante todo del relato y pensando qué es lo que está pasando ahí realmente. Todos los personajes llevan una mochila a cuestas, un pasado que les ha marcado y les ha llevado hasta allí, y me han parecido muy interesantes y entrañables, con sus luces y sombras. Ninguno es perfecto, han cometido fallos, pero terminé sintiendo cariño hacia ellos. Y aunque el fondo de la historia me ha gustado mucho lo que no me ha convencido del todo ha sido la forma de contarla, como si alguien la estuviera narrando desde la distancia, se quedara en la superficie y no se atreviera a meterse de lleno en ella. ¿Puede ser característico de la cultura y de su forma de ver y contar las cosas? Puede ser. Pero yo he echado en falta un poco más de profundidad. Sí me ha sorprendido descubrir un Japón no tan conocido, el de los barrios periféricos, donde también hay pobreza, miseria, supervivencia, violencia, ¿conformismo? Son aspectos que no se suelen relacionar con la visión que tenemos de este país y me ha gustado mucho saber de esa realidad y acercarme un poco a ella. + Leer más |
Cineastas, estrellas e invitados abandonan el Hotel Martínez y se dirigen a la alfombra roja inaugural del Festival de Cannes. El festival comienza marcado por un Me Too provocado por las acusaciones de nueve mujeres, la mayoría de manera anónima, al productor Alain Sarde, uno de los más reputados del cine francés, de violarlas o agredirlas sexualmente cuando eran menores de edad o jóvenes actrices, en un reportaje publicado en la revista Elle.
El jurado de este año lo componen Greta Gerwig, Juan Antonio Bayona, Hirokazu Kore-eda, Lily Gladstone, Pierfrancisco Favino, los actores franceses Eva Green y Omar Sy, la cineasta libanesa Nadine Labaki y la guionista y fotógrafa turca Ebru Ceylan. Además, Meryl Streep recoge este año la Palma de Honor.
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