El árbol de la ciencia

Después de varios años he vuelto a leerlo y pienso que es un buen libro, pero cuando lo leí por primera vez en plena adolescencia obligado por el plan de estudio me aburrí muchísimo. Cada vez entiendo menos la estrategia para fomentar la lectura entre los jóvenes ¿Cómo puede captar el interés de un adolescente una novela realista, arraigada en la España miserable, poblada por personajes igualmente desafortunados y con una profunda reflexión filosófica? En fin…

La trama de la novela sigue la vida de Andrés Hurtado, un joven médico que lucha por encontrar su lugar en un mundo convulsionado por cambios sociales, políticos y culturales en la España de finales del siglo XIX. A través de siete partes que constituyen el libro, se narran diferentes experiencias en la vida del personaje, conociendo un montón de personajes muy variopintos y situaciones que acaban conformando la personalidad de Andrés.

La prosa del autor es directa y realista, capturando las luchas internas del personaje mientras navega por los desafíos éticos y existenciales de su tiempo. A lo largo de la novela, el autor teje una trama que aborda temas como la frustración, la desilusión, el existencialismo y la lucha contra la incertidumbre.

Me pareció un libro muy ameno y me hizo reflexionar. El libro es demasiado triste, lento, con poco atractivo para el público adolescente, pero para el adulto lo recomiendo.

“Esa anomalía de la naturaleza que se llama la vida necesita estar basada en el capricho, quizá en la mentira”

Baroja tuvo que ser un tipo bastante irascible, amante de la humanidad soporta a contados de sus ejemplares, admirador de la inteligencia humana le irrita la estupidez de la mayoría. al igual que su personaje Andrés Hurtado, odiaba al rico sin tener simpatía por el pobre. Iconoclasta, tocapelotas, misógino y antisemita, escéptico hasta la médula.

"No existe verdad política y social. La misma verdad científica, matemática, está en entredicho, y si la Geometría puede tambalearse sobre las bases sólidas de Euclides, ¿qué no les podrá pasar a los dogmas éticos de la sociedad?"

Vamos, un tipo encantador al que, por otra parte, comprendo perfectamente y guardo mucha simpatía. A nadie se le escapa que la primera víctima de su rabia y aspereza tuvo que ser él mismo. de ahí la profunda desconfianza que siente por el hombre (“canalla, idiota y egoísta”) y por la vida (“una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando los unos a los otros”), su inmenso pesimismo (“Lo que hace a la sociedad malvada es el egoísmo del hombre, y el egoísmo es un hecho natural, es una necesidad de la vida… ¿Es que tú crees que el egoísmo va a desaparecer? Desaparecería la humanidad”).

El árbol de la ciencia es, según sus propias palabras, su mejor novela, la más acabada y completa. Está compuesta por una serie de capítulos muy breves en los que, con el hilo conductor de la búsqueda de Andrés Hurtado de su sitio en la vida, se recogen escenas, impresiones y anécdotas, cómicas algunas, tremendas otras, sobre multitud de personajes y personajillos que describen el ambiente corrupto y pacato de aquella España de “chulos y señoritos juerguistas” de finales del siglo XIX.

Junto a este desfile de individuos e individuas, cínicos, pusilánimes, aprovechados, esclavos con espíritu de esclavitud, algunos grotescos, otros dignos de lástima, Baroja despliega de forma paralela su concepción filosófica de la vida a través de las conversaciones que Hurtado entabla con su tío Iturrioz. Que nadie se asuste. Baroja mantiene en esta parte, como en la otra, su estilo sencillo y llano con el que evita en todo momento aburrir al lector, ser cargante, oscuro o grandilocuente.

En una de estas conversaciones es donde sabremos del árbol de la ciencia, del árbol del bien y del mal, en oposición al árbol de la vida, uno de los capítulos más lúcidos de los recogidos en la Biblia. Mediante esta fábula sobre el fruto del árbol del bien y del mal se representa el paso que dimos de ser poco más que meros animales viviendo en armonía con la naturaleza a seres con conciencia del bien y del mal y de sí mismos (“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos” Génesis 3.7). Un paso que la Biblia expone como castigo a un pecado que todos penamos desde aquel momento.

En este mismo sentido, Baroja plantea que la sed de conocimiento lleva al hombre a su propia ruina (“es como la mariposa que rompe la crisálida para morir”), siendo aquel que “no ve las cosas como son, porque no le conviene” el individuo que puede ser “sano, vivo, fuerte”. Y concluye: “El instinto vital necesita de la ficción para afirmarse.”

Una situación jodida esta que plantea Baroja: cuánta más verdad encontremos, más infelices seremos. Puestas así las cosas solo quedan dos salidas.

“Ante la vida no hay más que dos soluciones prácticas para el hombre sereno: o la abstención y la contemplación indiferente de todo o la acción limitándose a un círculo pequeño. Es decir, que se puede tener el quijotismo contra una anomalía; pero tenerlo contra una regla general es absurdo.”

Y aún queda otra más, la de Andrés Hurtado.

"El árbol de la ciencia" es una novela emblemática escrita por Pío Baroja y publicada en 1911. Ambientada en la España de finales del siglo XIX y principios del XX, la obra sigue la vida de Andrés Hurtado, un joven estudiante de medicina que busca encontrar su lugar en un mundo convulso y en constante cambio.
Baroja utiliza la historia de Andrés para explorar temas profundos como la búsqueda de sentido en la vida, la lucha contra la mediocridad y la opresión social, y el choque entre la tradición y la modernidad. A través de un estilo realista y a menudo pesimista, el autor presenta una visión crítica de la sociedad y la política de la época, así como de las limitaciones humanas y las frustraciones existenciales.
La narrativa se mueve entre el monólogo interior de Andrés y las descripciones detalladas de su entorno, creando una atmósfera introspectiva que revela su evolución personal y sus conflictos internos. A medida que avanza la trama, el protagonista se enfrenta a diversas situaciones que lo ponen a prueba, desde el ámbito académico hasta las relaciones personales y las confrontaciones políticas.
A lo largo de la novela, Baroja examina las limitaciones de la educación formal y la influencia de la herencia familiar en la formación de la identidad individual. Andrés, como muchos personajes de Baroja, lucha por superar los obstáculos y las frustraciones que encuentra en su camino, buscando encontrar un sentido en medio de una sociedad que parece indiferente a sus inquietudes.
"El árbol de la ciencia" se ha convertido en una obra influyente de la literatura española y es considerada una crítica mordaz de la sociedad y la cultura de su tiempo. A través de la voz de Andrés Hurtado, Baroja plantea cuestiones universales sobre la búsqueda de identidad y propósito en un mundo en constante cambio. Su estilo directo y su profundo análisis psicológico hacen de esta novela una lectura esencial para quienes buscan explorar la complejidad de la condición humana en un contexto histórico tumultuoso.

Eran otros tiempos, lo sé, y también es cierto que mis géneros favoritos para disfrutar de la lectura no son precisamente los clásicos españoles de principios de siglo XX ambientados a finales del anterior, pero aun así quería salir de mi zona de confort y explorar a un autor al que nunca he leído: Pío Baroja, y agradezco a Babelio por la oportunidad que me ha dado.

El árbol de la ciencia es un libro que empecé con ganas, pero a medida que avanzaba mi interés por la historia y por el protagonista se fue desinflando. Me pasó igual que a Andrés Hurtado con la vida.

Aun así he encontrado cosas que me han gustado, como el lenguaje que usa Baroja, atemporal y directo, con pocas florituras y bastante llano, cercano al que abunda hoy día. También la capacidad que tiene el autor de mantener enganchado al lector, aunque a veces cuenta tantas cosas de manera tan resumida que apenas profundiza en nada. Por lo general, los capítulos tienen buen ritmo y la prosa fluye, las páginas se pasan deprisa, quizás con la esperanza de que suceda algo interesante en el próximo capítulo, aunque en verdad yo haya encontrado poco que escarbar en la gran extensión de tierra que abarca. No hay nada que reprochar, cada cual con sus preferencias.

Destaco a Lulú y una parte de la crítica que Baroja hace a la sociedad de su tiempo, así como la exposición de la incomodidad y de que la vida no es un camino de rosas, pese a que mucha gente prefiera engañarse con lo superficial e ignorar los aspectos negativos que tiene toda forma de existencia.

La misantropía de Andrés está muy lograda, pero me ha aburrido la enumeración de tantos hechos y personajes que al final no son más que una lista de nombres de lugares y personas que pasan por la vida del protagonista sin que a éste le importen demasiado. Es fácil entender por qué: Andrés Hurtado no encuentra apenas nada ni nadie que le motive a respirar, y eso que tiene momentos en que mueve cielo y tierra para conseguir lo que quiere o necesita, por su bien o por el de otra persona (Luisito, por ejemplo), pero vive estancado en el desapego y en el hastío. Los demás personajes están tan poco desarrollados como Andrés y pasan por las páginas como almas en pena, en un desfile de nombres y apellidos.

Para mí no es excusa que sea una novela de trescientas páginas, porque en historias más cortas he hallado más profundidad y personajes más carismáticos e interesantes (y con esto no digo que tengan que hacer cosas constantemente o presentar rasgos memorables), así como pasajes turbios y crudos que me han transmitido de un modo más certero el desapego que alguien puede experimentar hacia la realidad de su época.

En mi opinión, El árbol de la ciencia se queda en una novela notable, en la que el autor inserta demasiados pasajes de su propia vida e ideologías (de las que conocemos más detalles gracias a las notas al pie), lo que supone pagar un alto precio que repercute en que esté plagada de personajes planos y en la enumeración de hechos que al cabo del rato se diluyen.

Puede que la gente que hace una crítica negativa de esta obra es porque no entiende su verdadero significado. Me atrevería a decir que este libro no está hecho para cualquiera. Resulta casi dolorosa la manera tan negativa en la que se narra la historia, pero después te das cuenta de que es un reflejo de la realidad y que por muchos años que pasen la historia se repite. El país sigue siendo un lugar atrasado por mucho empeño que pongan en avanzarlo. Las apariencias físicas engañan a quienes no saben ver. Mientras más sabes menos quieres saber, es preferible comer el fruto del árbol de la vida y ser feliz que del árbol de la ciencia y conocer la dura realidad ¿O no?