Increíble pero cierto. Esta ha sido la primera vez que he leído a Dostoievski. Por fin me he adentrado en su literatura y lo he hecho por la puerta grande, porque me he lanzado a por una de sus grandes novelas y porque la he disfrutado muchísimo.
Dostoievski es un autor del realismo psicológico preocupado por la humanidad, por las injusticias sociales y la pobreza, que indaga en las profundidades del alma humana. Precursor de la literatura existencialista, nos habla del libre albedrío del hombre como esencia. Nos plantea cuestiones morales sobre el bien y el mal, basándose en la teoría Nietzscheana del Superhombre. ¿Puede el fin justificar los medios?, ¿se puede entender un crimen si es por el bien de la humanidad?
A su personaje, Raskólnikov, un rebelde intelectual, la pobreza y la desesperación lo llevan a una situación límite en la que su cuestionable actuación lo sume en un delirio entre la realidad y la paranoia. Un personaje tan fascinante como monstruoso, que puede resultar odioso, pero que nos llevará a las entrañas del alma humana y a grandes reflexiones. A través de un monólogo interior narrado en tercera persona y de diálogos socráticos magistrales, nos revelará sus más íntimos pensamientos y sus más descabelladas pasiones.
Los personajes secundarios que le acompañan no son menos importantes, sino complejas representaciones de distintos enfoques de la moral humana. Totalmente desarrollados y llenos de matices, expuestos a situaciones extremas, plantean conflictos internos que nos muestran las debilidades y ambiciones humanas, proporcionándonos escenas memorables.
San Petersburgo se nos presenta como un personaje más ofreciendo una atmósfera totalmente acorde con los hechos, donde los rincones oscuros, los espacios asfixiantes y el bullicio de sus gentes son un reflejo de la mente del protagonista.
Raskólnikov, egoísta, arrogante, narcisista, imprevisible y perverso, también se nos muestra en muchos momentos como un ser generoso y sensible. La culpa le persigue, los remordimientos le acechan, aún sin sentir arrepentimiento, y solo a través de la confesión y el sufrimiento podrá encontrar el camino hacia la expiación y el renacimiento espiritual.
Una obra monumental que, a pesar de la profundidad psicológica y filosófica planteada, no me ha parecido difícil de leer. Su escritura se presenta fluida y las continuas situaciones angustiosas y melodramáticas, salpicadas de momentos de luz y ternura me han mantenido pegada a sus páginas deseando que no llegara el final. Animo a todos los que, como a mí al principio, os provoque respeto la lectura de esta novelaza. No os vais a arrepentir. Formará parte seguramente de una de mis mejores lecturas de la vida.
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