Como decía hace unos días, a veces parece que es complicado que una serie termine, pero puede dar la casualidad de que en una misma semana se cierren dos como ha sido el caso, aunque esta haya tenido algún tomo más y se trate de una historia de amor tóxico, la de Seiichi y su madre Seiko.
En los tomos anteriores ya habíamos descubierto una nueva versión de Seiichi como adulto, llevado una vida anodina y tratando de mantenerse lo más alejado posible de su familia, pero, tras la muerte de su padre y el reencuentro con su madre, que empieza a tener demencia, hace que se vea obligado a enfrentarse a su pasado. Debido a un tifón Seiichi tiene que quedarse a dormir en casa de su madre una noche, y será entonces cuando su madre le habla de su pasado, del cual no sabía nada hasta entonces, pero que le ofrecerá la respuesta que necesitaba para comprender el porqué su madre actuó tal y como lo hizo y dar en cierto modo algo de calma interior a Seiichi.
A partir de entonces la salud de Seiko irá empeorando con rapidez y, tras caerse por unas escaleras y ser ingresada en el hospital, Seiichi decidirá hacerse cargo de ella hasta su muerte. A pesar de sus intentos para alimentarla adecuadamente, Seiko deja de moverse y pierde peso con rapidez, y, tras mantener una última conversación en sueños en la que vuelven al pasado para decirse todo aquello que no se dijeron en su momento, Seiko morirá y Seiichi podrá descansar por fin en paz, habiendo redimido su culpa por fin.
Un final bastante bonito (aunque triste) para algo que podría haber terminado como el rosario de la Aurora. Sin duda Oshimi ha creado una historia diferente que, a ratos, pone los pelos de punta.
+ Leer más