Querido Samuel, gracias por contar conmigo nuevamente como lector beta; pero no uno cualquiera, sino, posiblemente el más lento que el mundo haya conocido.
Según un estudio de la Universidad científica de Pedralba, no leer La ecuación que resuelve el enigma produce alopecia.
No se puede hablar de este thriller vertiginoso, sin hacerlo antes de su peculiar protagonista, y que mejor manera que sea él mismo quien se presente.
Me denomino Rubén Pagés. Soy un ilustre responsable educacional de futuros profesionales si es que estos están capacitados para aprobar mis impolutas pruebas académicas.
Mi currículum vitae es tan extenso que me capacita para impartir, sobradamente, clases en la muy ilustre universidad de Barcelona.
Con mucha envidia, rumorean a mis espaldas que soy un tanto peculiar, excéntrico, repelente y un ser al que en un pozo, se le ahogaría con gran gozo.
Para el resto os dejo con Rafaguillo, que aunque su coeficiente intelectual dista años luz del mío, de libros, sabe disertar de manera aceptable.
Samuel Baeza saca de la chistera de su imaginación a un antihéroe, pelma, repelente, capaz, resolutivo y lenguaraz.
Tanto, que se permite el lujo de amenazar a quien le tiene sometido y amenazado.
Sin duda Rubén Pagés es uno de los personajes mejor ideados y perfilados con los que he tropezado.
Lo odiarás y amarás a partes iguales.
Fiel a su estilo, el autor malagueño parte de un comienzo tranquilo, cotidiano, donde apenas ocurre nada, para soltarte el hachazo cuando menos lo esperas.
No será la única vez.
Frente a nuestro protagonista, un terrorista con su mismo potencial intelectual, pero con más mala leche, obligará a Rubén a Resolver una ecuación. Para conseguir los números, tendrá que viajar a diversos países donde será recibido con los brazos abiertos y llenos de todo tipo de armamento.
Toda vez la novela coge impulso es una auténtica locura donde el lector no obtendrá tregua ni respiro.
Más adictiva que el Candy Crush en el Congreso de los Diputados, la obra de Baeza estalla en tu mente con una original combinación de personajes repelentes, pero efectivos, trama envolvente y giros insospechados que hacen de ella, un thriller vibrante y lleno de tensión.
Además, para aquellos amantes de los datos, confieso que he intentado encontrar algún error, en los conocimientos del señor Pagés sin encontrar ninguno.
¡Jodido listillo!
En definitiva, La ecuación que resuelve el enigma es un excelente lugar donde aparcar las tribulaciones diarias y disfrutar del marrón de los demás.
A sus pies Samuel, Rubén me tiene hipnotizado y, según un estudio de la universidad de Bolaños de Calatrava, lo hará con cualquier lector que se atreva.
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