El colgajo de Philippe Lançon
Cuando no se la espera, ¿cuánto tiempo hace falta para sentir que la muerte llega? No es solo la imaginación que se ve superada por el acontecimiento; son las sensaciones mismas... Seguramente me había sumido ya, como los demás, en un universo en el que todo sucede de una forma tan violenta que está como atenuado, al ralentí, pues a la conciencia no le queda ya otro modo de percibir el instante que la destruye...Esperaba al mismo tiempo la invisibilidad y el golpe de gracia, dos formas de la desaparición. Aún me creía a salvo de cualquier rasguño. Sin embargo, estaba herido, lo suficientemente inmóvil y con la cabeza bañada probablemente en suficiente sangre como para que el asesino, al acercarse, no juzgara necesario rematarme. De repente sentí su presencia casi encima de mí y cerré los ojos, volví a abrirlos enseguida, como si, para verle algunas partes del cuerpo y asistir a la continuación de la historia, estuviera dispuesto a correr el riesgo de experimentar el fin de la misma: no pude evitarlo.
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