Vengo de ese miedo de Miguel Ángel Oeste
Tanto mi abuela como su mejor amiga eran mujeres abnegadas que se resignaron a la circunstancias. Habían aguantado los malos tratos de sus maridos cuando éstos empinaban el codo. Si yo les cuestionaba las cosas, ellas se defendían aludiendo que era lo que les había tocado vivir.
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