Los escritos irreverentes de
Mark Twain
TODA ÉPOCA DE LA HISTORIA HUMANA está teñida de sangre, atormentada por el odio y salpicada de crueldad, rasgos que desde los tiempos bíblicos no han conocido límite alguno. Incluso la Iglesia, que de ayer a hoy ha derramado más sangre inocente que todas las guerras políticas juntas, tiene un límite. O algo semejante a un límite. Pero recordad que cuando el Señor Dios de los Cielo y la Tierra, el adorado Padre de los Humanos, va a la guerra, no hay límite alguno. Aquél a quien llaman la Fuente de la Piedad carece absolutamente de piedad. ¡Lo suyo es matar, matar, matar! Matar a todo hombre; bestia, joven o niño. Y también a toda mujer o niña, salvo la que no haya sido desflorada.