El alcalde de Furnes: 201 de Georges Simenon
Nunca había llovido tanto. Las gotas de agua crepitaban en las aceras como las balas del celuloide y salía agua de todas partes, de los canelones, de las alcantarillas, de las rendijas bajo las puertas -parecía-, formaba charcas en las que los autos se internaban con prudencia.
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