La casa de las puertas de Tan Twan Eng
Lo que nos preserva vivos al final es lo que también nos consume.
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La casa de las puertas de Tan Twan Eng
Lo que nos preserva vivos al final es lo que también nos consume.
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El jardín de las brumas de Tan Twan Eng
Fue Magnus quien me contó por primera vez la historia del Jardín del Edén. Me costó mucho imaginármelo —comentó—. Un jardín donde nada muere ni se deteriora, donde nadie envejece y donde nunca cambia de estación. Qué triste. —¿Qué tiene de triste? —Piensa en las estaciones como retales de seda finísima y translúcida de diferentes colores. Por separado, son bonitos; pero si los superpones, aunque solo sea por los bordes, se crea algo especial. El pequeño lapso de tiempo en el que el principio de una estación coincide con el final de otra es algo parecido. |
El jardín de las brumas de Tan Twan Eng
Escuché el viento y lo imaginé pasando de árbol en árbol, de hoja en hoja. Vi en mi mente las alas de un pájaro agitándose en el aire. Observé las hojas que se arremolinaban desde las ramas más altas hacia el suelo cubierto de musgo. Percibí los aromas del jardín: una azucena recién florecida; los helechos cargados de rocío; la corteza de un árbol desmoronándose ante el ataque voraz de las termitas, con su dulce perfume y un cierto matiz de humedad y putrefacción.
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El jardín de las brumas de Tan Twan Eng
Las personas que amábamos nos dejaron y a partir de entonces hemos intentado seguir adelante con nuestras vidas. Pero lo único que no podemos hacer es olvidar.
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Gregorio Samsa es un ...