Las deudas del cuerpo

Cuando comencé la lectura de este libro, lo hice casi con ansiedad y congoja: quería saber cómo continuaba la historia de Lenù y Lila. No obstante, me sentí un poco traicionada porque en las primeras sesenta páginas de esta entrega me parecía que la lectura tenía un ritmo más lento de lo habitual, creía que ya no iba a pasar nada más interesante entre ellas o en sus vidas. Cuánto me equivoqué.

Una vez traspasas esa frontera ya no hay marcha atrás: ocurren muchos acontecimientos que te dejan de piedra, uno detrás de otro, sin tregua alguna para descansar. Cada uno va superando al siguiente, y solo te preguntas de qué calibre será el que venga a continuación. Se van cerrando algunos temas que quedaron abiertos en los dos libros anteriores, y esto para el lector es siempre agradable.

En este libro las dos amigas ya son mujeres, y he disfrutado mucho la madurez de Lenù, con sus pensamientos mucho más profundos de los que había tenido hasta ahora. No obstante, al ser la narradora, he echado en falta la perspectiva de Lila en alguna ocasión. Aún así, gracias a la presencia de otros personajes nos enteramos de algunos de sus pensamientos, pero en esta ocasión me ha parecido más misteriosa que nunca.

Con un solo libro por concluir, esta saga me está gustando muchísimo. El final de este libro se ha quedado, como los anteriores, de una manera que no se sabe bien por dónde va a salir la autora, y eso hace que desee aún más leer el último. Por otro lado, terminar con Lenù y Lila se va a convertir en una triste despedida.