Final del juego

Antes de este libro sobre Cortázar conocía su renombre, que es imposible desconocer porque hasta en el colegio te lo mencionan, y Rayuela, que, pese a ser una lectura interesante, siempre me dio la impresión de que no me produjo el mismo impacto que al resto del mundo. Así que no esperaba mucho del argentino. Sin embargo, me sorprendió gratamente.
Final del juego es un recopilatorio de 18 cuentos repartidos asimétricamente en 3 apartados, la mitad son de una época especifica (1956) mientras que el resto es una recopilación de distintos periodos del autor. En general podríamos agruparlos todos en realismo o a algunas excepciones en realismo mágico, que no suelen ser géneros de los que soy asiduo, pero he de reconocer que entre ellos se puede apreciar la gran capacidad de Cortázar como narrador, su fluida forma de presentar escenarios sin explicar demasiado, pero sin dejar vacíos fundamentales, y un manejo de primera persona en el que de un cuento a otro uno podría ser un hombre de cuarenta años o una joven niña, con una versatilidad que ya envidiamos los escritores actuales. Como es costumbre hablaré de mis preferidos, pero en esta ocasión la selección ha sido particularmente difícil, en especial los cuentos del último tercio, pues han resultado de todo mi gusto.
- La puerta condenada: Si hay algo que gana mi simpatía en una historia es el juego que te hace dudar si los hechos realmente están pasando o es sólo la falta de cordura del narrador, este cuento lo logra perfectamente.
- Una flor amarilla: quizá es mi amor por la ciencia ficción que la encuentra en todas partes, pero el juego de la mortalidad e inmortalidad de este cuento a mi entender entraría perfectamente en ese género.
- Relato con un fondo de agua: mi gusto por las perspectivas me obliga a destacar este cuento que empieza en segunda persona, se pasa a primera y termina en muerte.
Como dije de este ultimo tercio, todos los cuentos me parecen estupendos, a tal nivel que me veré en la obligación de comprar el libro, porque como buena rata, me lo leí prestado, pero amerita que consiga uno propio porque son cuentos que sé que querré volver a leer, así que si lo ven por ahí cómprenlo, no se arrepentirán.