La evocación del padre, fallecido una década atrás, marca el pulso de un libro interesante que no busca saldar deudas pendientes ni ser una mera celebración, pero en tanto testimonio honesto del pasado contiene una parte de homenaje y también algo de crítica. Sobreponiéndose a la mirada del niño que fue en los años sesenta del pasado siglo, Villoro observa desde la adultez el mundo de las revueltas contraculturales y, en ese contexto, a un intelectual que adopta una posición de izquierdas moderada y en medio de las ansias de revolución, intenta encontrar el modo de manifestar un afecto que no le han enseñado a ejercer. En los errores y las falencias del padre, sin embargo, se construye un vínculo donde el aire ausente y distante del progenitor se convierte en normalidad a los ojos de un niño que, desde muy temprano, aprende a convivir con las contradicciones que moldean nuestras existencias. Con un agudo sentido de la comicidad y la capacidad para deslizar notas sentimentales sin desbordarse, el hijo hilvana recuerdos exponiendo en ellos las diferentes aristas de una figura que pertenece al ámbito de la intimidad pero, al mismo tiempo, tiene una proyección pública. La doble faz del Luis Villoro en tanto padre y pensador conduce al escritor mexicano a tramar un relato donde la memoria íntima y la colectiva confluyen y se entrelazan con la crónica. Allí donde los recuerdos personales ceden paso al testimonio de un país, una ciudad o una época, el cronista que Villoro ha demostrado ser asoma para narrar episodios que van de la Masacre de Tlatelolco al levantamiento zapatista. + Leer más |
El Instituto Cervantes presenta este primer encuentro del ciclo Desayuno con palabras. La conversación estuvo dirigida a hablar de las artes, de cómo estas estimulan la conversación, cómo hacer que de un verso nazca un acuerdo, una discusión o una alegría.
En el primero de estos ensayos se debatió sobre lo que convocan la literatura y las restantes artes para hacer mejor, más variada, la conversación, el acuerdo o los desacuerdos.
Se encontraron en el Cervantes Juan Villoro, uno de los más brillantes, profundos y divertidos, escritores de la lengua española; Sheila Blanco, artista de la música, inventora de un lenguaje propio para explicar, desde la música, la poesía; y Luis García Montero, director del Cervantes, poeta, a quien se debe esta iniciativa de encuentro entre artes, cuya primera sesión protagonizan los tres artistas citados.
El moderador del ciclo será el periodista y escritor Juan Cruz Ruiz.
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