Odisea de Homero
Desvistiéndose entonces allí el ingenioso Odiseo sus andrajos, saltó al gran umbral con el arco y la aljaba llena de aladas flechas y, al punto a sus pies derramándolas, dirigió estas palabras a los pretendientes soberbios: -Acabáronse ahora estos juegos que a nadie interesan. Hay, no obstante, otro blanco al que nadie acertar ha pensado, mas veré si lo acierto y que Apolo me otorgue la gloria. |