Rojo y negro de Henry Beyle Stendhal
Estoy aislado aquí, en este calabozo; pero no he vivido aislado en el mundo; tenía la potente idea del deber. El deber que me había impuesto a mí mismo, con o sin razón… fue como el tronco de un árbol sólido en que me apoyaba durante la tormenta; vacilaba, me inmutaba.
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