Soledad de Carlos Bassas
El sanitario [treinta, estaba de guardia, llevaba casi veinticuatro horas despierto] que le ha buscado el pulso al llegar apenas se ha atrevido a rozarle la piel de la muñeca, cerca del tatuaje que simula el ojal de una cerradura. Era la primera vez que veía el cadáver de una niña y ha tenido miedo de perturbar la ligereza de su sueño
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