Un grito de amor desde el centro del mundo de Kyoichi Katayama
Su voz permanece claramente en mis oídos. "¡Ojalá el sueño fuera realidad y la realidad fuese un sueño!", pienso. Pero es imposible. Por eso, al despertarme, siempre estoy llorando. No es porque esté triste. Es que cuando regreso a la realidad desde un sueño feliz, me topo con una fisura que me es imposible franquear sin verter lágrimas. Y eso, por más veces que ocurra, siempre es así.
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